El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Hacia una reforma tecnocrática de la UE

La refundación de Europa se centra en la seguridad y relega las cuestiones sociales y democráticas



Los debates en la cumbre europea de Bruselas del 23 de marzo indican que los líderes se orientan hacia una reforma tecnocrática de la eurozona y la Unión Europea (UE), centrada en el mantenimiento de la política de austeridad, la continuación de las desregulaciones, privatizaciones y recortes laborales bajo el eufemismo de reformas estructurales y el reforzamiento adicional de los mecanismos coercitivos para restringir el gasto público en los estados al margen de la opinión de los ciudadanos. El proyecto de refundación hacia "una Europa que proteja" del presidente francés, Emmanuel Macron, está reduciendo la protección a las cuestiones de seguridad (defensa, inmigración), mientras quedan relegadas las cuestiones socioeconómicas (lucha contra la desigualdad y precariedad, impulso de la inversión pública) y democráticas (control político ciudadano sobre las decisiones económicas).

Precisamente, el secretario general de la Confederación de Sindicatos Europeos, Luca Visentini, había pedido en la Cumbre Social Europea previa del 21 de marzo el fin de la política de austeridad, más inversión pública, medias efectivas contra la desigualdad y que comiencen a concretarse las promesas del Pilar Social de la UE, proclamado solemnemente en noviembre por los líderes europeos en la cumbre de Gotemburgo.

De momento, sin embargo, las demandas de los trabajadores están cayendo en saco roto. Alemania, Holanda, Irlanda, Austria, Finlandia y los países bálticos priorizan unas normas estrictas de reducción del déficit, restringen el uso del futuro Fondo Monetario Europeo, arrastran los pies en la cuestión de los fondos comunes para resolver las crisis bancarias y respaldan el poder semiatuomático de la Comisión Europea para imponer las medidas de política económica a los países (para poder frenarlas hace falta una casi imposible mayoría cualificada en contra en el Consejo de Ministros europeo para frenarlas).

La reforma de la UE y la eurozona post-brexit está adoptando un carácter tecnocrático que, lejos de resolver los graves retos políticos a los que se enfrenta Europa, agravará aún más sus problemas actuales, señala el filósofo francés Etienne Balibar afirma en su ensayo Hannah Arendt y la Refundación Europea. "La tendencia a instaurar procedimientos de gobierno cada vez más tecnocráticos y autoritarios, en los que la representación de los ciudadanos ya no cuenta realmente" alimenta la actual crisis política europea y el auge de la extrema derecha, advierte el filósofo. Las propuestas de reforma europea encima de la mesa carecen de un "control político de la gobernanza económica en unas formas suficientemente democráticas", añade Balibar, ya que se mantiene la lógica de decisiones impuestas y sancionadas por un directorio ejecutivo, que "no pueden ser realmente discutidas, ni contestadas".

Concentración de poderes y hegemonía 

Las propuestas oficiales retenidas, subraya Balibar, acentuarán "las tendencias existentes a la concentración de poderes y la hegemonía de determinadas naciones sobre las otras" y que la consolidación de la Europa a varias velocidades o geometría variable sembrará en la UE "las semillas de resentimiento y del refuerzo de los nacionalismos". Tras recordar que "el abandono de los proyectos de la Europa Social" y la priorización de los criterios economicistas están en la base de la actual crisis de la UE, Balibar insiste en que "una refundación efectiva" no podrá lograrse "simplemente con sentimientos proeuropeos" o "una delegación del poder a los gobiernos", sino que es imprescindible "movimientos colectivos que impliquen a los ciudadanos reales".

La UE se convertido en el máximo exponente de la tendencia a la tecnocratización de la política, donde las decisiones se toman cada vez más alejadas del control democrático de los ciudadanos, destaca en la misma línea, Dani Rodrik, economista y profesor de la Universidad de Harvard. Corregir esta perniciosa tendencia puede convertirse en una tarea titánica, porque, como recuerda Rodrik, "cuando las élites tienen suficiente poder, tienen poco interés en reflejar las preferencias de la población". 

En medio de la actual crisis política, los dirigentes europeos se equivocan al atribuir el auge de la extrema derecha y los populismos autoritarios exclusivamente a la crisis migratoria, avisa el  economista francés Thomas Piketty, autor de El Capital en el Siglo XXI. Piketty lamenta la negativa de los líderes europeos a asumir el papel nefasto de las políticas de austeridad y desigualdad aplicadas en la actual crisis de la UE y recuerda que el "dumping fiscal en favor de los más ricos" y las grandes empresas "alimenta el sentimiento de abandono de las clases populares" y priva al Estado de los recursos necesarios para intervenir económicamente. Las privatizaciones, como las emprendidas en Francia y otros países, suponen en la práctica regalar el patrimonio público a los privilegiados, critica Piketty.


Para frenar el auge populista hay que resolver los problemas estructurales (desigualdad, descontento ciudadano...) que les ayudan a obtener tan buenos resultados electorales, como advierte el politólogo alemán Jan-Werner Müller, autor de What is Populism? Müller señala también hay que reconocer que son reales las críticas populistas sobre capas de la población "abandonadas a su suerte" y sectores del Estado capturados por intereses económicos privados, en lugar de despreciar a sus votantes.

Una versión más corta se publico en El Periódico de Catalunya el 24 de marzo de 2018.

Ver más análisis en:  www.eliseooliveras.com 

Signos de descomposición política en la UE

Varapalo a la Comisión Europea por nepotismo, autoritarismo democrático y laxitud ética

El asesinato de dos periodistas en pocos meses evidencia la gravedad de la corrupción en la UE 



En la Unión Europea (UE) y en sus estados miembros se están multiplicando los signos de descomposición política más allá del brexit, que alcanzan hasta a la propia Comisión Europea, sin que los líderes europeos y nacionales parezcan conscientes de la gravedad de esta tendencia para la estabilidad sociopolítica del continente.

Incluso la estabilidad recuperada en Alemania casi seis meses después de las elecciones es más frágil que en la anterior legislatura, pese al acuerdo gubernamental entre democristianos y socialdemócratas, ya que en esta ocasión Angela Merkel salió reelegida cancillera con un margen de sólo 9 votos por encima de la mayoría absoluta requerida y que 35 diputados de la gran coalición de 399 escaños le negaron su voto.

La reedición de la gran coalición alemana tiene como contrapunto el haber convertido al partido de extrema derecha Alianza para Alemania (AfD) en el líder de oposición en el Bundestag con las enormes ventajas que eso conlleva: medios, fondos y protagonismo parlamentario para expandir sus mensajes y su influencia política. La ultraderecha ya forma parte de los gobiernos de Austria, Bulgaria y Eslovaquia y condiciona el de Dinamarca, mientras que Hungría y Polonia están en plena deriva autoritaria.

Nepotismo y autoritarismo tecnocrático 

Esta semana la Comisión Europea ha sufrido tres reveses políticos que evidencian como el nepotismo, el autoritarismo tecnocrático y la laxitud ética se han integrado en la normalidad del quehacer cotidiano de una institución clave, que debería encarnar los valores y principios que proclama la UE.

En primer lugar, el nombramiento relámpago como secretario general al frente de sus 33.000 funcionario del alemán Martin Selmayr, jefe de gabinete y antes director de la campaña electoral del presidente de la institución, Jean-Claude Juncker, ha desatado la protesta del Parlamento Europeo, porque se han retorcido las normas para efectuar un nombramiento a dedo que socava la credibilidad de la UE, "un arreglo entre amigos, propio del Partido Comunista Chino", destacó François Grossetête del grupo popular, el mismo partido europeo al que pertenece Juncker. El nombramiento será ahora examinado por la Eurocámara y la Defensora del Pueblo de la UE, Emily O'Reilly, pero "este espectáculo de una Comisión Europea que vive en su burbuja" da votos los partidos ultras y eurofobos, lamentaba Le Monde en un Editorial.

En segundo lugar, el Tribunal de Justicia de la UE ha confirmado el 14 de marzo el derecho de las organizaciones civiles a pedir la revisión de las autorizaciones de productos modificados genéticamente por los riesgos para la salud que puedan presentar, a lo que se oponía ferozmente la Comisión Europeo, que no admite que se cuestionen sus decisiones. La sentencia es crucial tras la sumisión a los grandes grupos industriales mostrada por la Comisión Europea, entre otros, en los escándalos del herbicida glifosato y de los disruptores endocrinos y en los conflictos de interés en las autorizaciones de los transgénicos.

Laxitud ética en la Comisión Europea

El tercer revés ha sido la decisión de la Defensora del Pueblo de la UE el 15 de marzo de que vuelva a revisar la autorización para que su anterior presidente, José Manuel Durao Barroso, pudiera trabajar como lobista para el banco Goldman Sachs, una de los principales responsables de la crisis financiera y una entidad que ayudó al Gobierno conservador griego a falsear sus cuentas públicas y a ocultar el tamaño real de su deuda y déficit. El fichaje de Barroso ha sido una de las más notorias infracciones éticas del artículo 245 del Tratado de Funcionamiento de la UE, pero no la única. Neelie Kroes, por ejemplo, ocultó que poseía y era directiva de una sociedad pantalla en las Bahamas durante su mandato como comisaria europea.

El asesinato en pocos meses de dos periodistas en la UE que investigaban la corrupción de sus respectivos gobiernos (Daphne Caruana Galizia en Malta y Jan Kuciak en Eslovaquia) evidencia la gravedad de un problema que la Comisión Europea prefiere obviar hasta el punto que anuló en el 2017 el informe previsto sobre la corrupción en los distintos países de la UE.

Corrupción oligárquica

El asesinato de Kuciak ha provocado las dimisiones del primer ministro eslovaco, el socialdemócrata Robert Fico, y del ministro de Interior, ha desencadenado una ola de protestas y está sacando a la luz el carácter oligárquico del país, un rasgo que comparte con otros estados del Este. En la vecina República Checa, el primer ministro, el millonario populista Andrej Babis, está investigado por corrupción y sigue gobernando pese a haber perdido una moción de censura el 16 de enero en el Parlamento, mientras los gobiernos de Bulgaria (conservadores) y Rumania (socialistas) intentar diluir con nuevas leyes la efectividad de los instrumentos anticorrupción.

La corrupción también afecta a Europa Occidental. Los lazos de la clase política italiana con el crimen organizado se consolidaron desde que en 1948 la mafia ayudó a la Democracia Cristiana a ganar las elecciones para impedir la temida victoria del Partido Comunista. Y la UE prefiere cerrar los ojos ante la miríada de casos de corrupción que afectan a los dirigentes del partido gobernante en España (PP).

Libertad de expresión amenazada

Las amenazas a los periodistas no se limitan a Malta y Eslovaquia. En Italia, hay 19 periodistas con escolta policial de 24 horas y unos 200 reciben protección. La intimidación a los periodistas y el control de los medios por los gobiernos o por magnates afines al poder es habitual en Europa Oriental. El dimitido Fico se había distinguido por calificar a los periodistas de "indecentes prostitutas antieslovacas" y "hienas estúpidas".

En España son los ciudadanos quienes sufren directamente la intimidación de las autoridades con la ley mordaza (200.000 personas sancionadas desde el 2015), con una media de 58 denuncias diarias contra ciudadanos sólo por supuesta falta de respeto a las fuerzas policiales, hasta el punto que Amnistía Internacional ha iniciado una campaña para denunciar la persecución de la libertad de expresión en España, algo que tampoco parece preocupar a la Comisión Europea.

En medio del profundo malestar ciudadano que reflejan las sucesivas elecciones (el 54% de los italianos votó este mes a favor de partidos anti-establishment y europescepticos), unos nuevos actores políticos, los jubilados han comenzado a movilizarse con fuerza en España y Francia. Los recortes de los sistemas públicos de pensiones que impulsa la Comisión Europea y el descontento que este colectivo clave multiplicará la agitación política en la UE.


Una versión más corta fue publicada en El Periódico de Catalunya el 17 de marzo de 2018



Lecciones para la UE de los comicios en Italia

La política oficial europea de recortes y precariedad lleva a Italia a votar a partidos euroescépticos

El Banco Mundial avisa que la desigualdad sigue creciendo en la UE pese a la recuperación económica

Las elecciones italianas del 4 de marzo son un nuevo y contundente aviso a la Unión Europea (UE) del profundo malestar de los ciudadanos a causa de la política socioeconómica oficial y la forma de hacer política por parte de los partidos gobernantes, conservadores, liberales o socialdemócratas. El voto de protesta contra los partidos tradicionales en Italia sigue la senda de los comicios celebrados a lo largo del 2017 (regionales eslovacas, República Checa, Austria, Alemania, Francia y Holanda), pero alcanza unos niveles récord y adquiere una máxima relevancia al tratarse de la tercera economía de la eurozona.

Los partidos anti-establishment y euroescépticos Movimiento 5 Estrellas, La Liga, Hermanos de Italia suman el 54,4% del voto. El descrédito de los partidos es ya un rasgo generalizado en la UE: sólo el 18% de los europeos confía en ellos, según el último Eurobarómetro. La confianza en los partidos en España es de las más bajas (8%) y en la mayoría de los países no llega al 20%. 

El voto ha hundido la gran coalición a la que aspiraba la Comisión Europea con los conservadores de Forza Italia de Silvio Berlusconi y los socialdemócratas del Partido Democrático de Matteo Renzi. Forza Italia (14,01% de los votos) quedó más de tres puntos porcentuales por detrás que La Liga (17,37%) y perdió el liderazgo de las fuerzas de la derecha, quedando relegada a segunda posición. El Partido Democrático, que había obtenido el 40,8% de los votos en las elecciones europeas del 2014, sólo consiguió el 18,72%.

La reforma de la UE, en el aire

El marcado euroescepticismo del voto italiano aleja la gran reforma de la UE que promueve el presidente francés, Emmanuel Macron, que sólo cuenta con un limitado apoyo alemán y choca con la oposición del Grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) y del Grupo del Norte (Dinamarca, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Holanda y Suecia). Desde el entorno de Macron se insiste en que el voto muestra la urgencia de transformar la UE en una "Europa que proteja".

Los comicios confirman el declive de los socialdemócratas desde que aplican la misma política económica que la derecha. Sólo donde se atreven a adoptar una política más social, como en Portugal, tienen mejores expectativas electorales.

El mayoritario voto anti-establisment en Italia, pese a la poca concreción de los programas de esos partidos, indica el hartazgo ciudadano de una clase política que lleva años haciendo oídos sordos a sus quejas por la creciente desigualdad social, precariedad laboral y empobrecimiento de la población. El retroceso social y el empeoramiento de las expectativas socioeconómicas en Italia y en otros países de la UE es fruto de la política oficial europea de las últimas décadas (rebajas fiscales a las grandes empresas y las personas con más ingresos, globalización descontrolada, desregulación económica y financiera, privatización de servicios y recorte del gasto público y los derechos laborales). En Italia, se añaden la corrupción y las conexiones de la clase política con el crimen organizado, algo sobre lo que la Comisión Europea siempre ha cerrado los ojos.

Retroceso socioeconómico

Italia, Grecia, Chipre y España son los países de la UE que han sufrido un mayor retroceso socioeconómico durante la crisis. El PIB per cápita italiano ha pasado de representar el 109% de la media europea en el 2005 a caer por debajo, situándose en el 97% en el 2016. Francia, Holanda, Bélgica, Finlandia y Eslovenia también han sufrido un retroceso en su PIB per cápita respecto a la media de la UE, pero no tan pronunciado.

El aumento de la desigualdad es un problema generalizado en la UE, ha advertido esta semana el Banco Mundial. En su informe Creciendo Unidos, destaca que el 1% más rico posee más del 20% de la riqueza en la mayoría de países, que la desigualdad crece desde los 90 y que la recuperación tras la crisis, lejos reducirla, la está agravando aún más, lo que tendrá un impacto negativo en el crecimiento económico a largo plazo.

Que la mayoría de los italianos, antes entusiastas europeístas, hayan votado por partidos tan euroescépticos muestra el desencanto hacia la UE. Al impacto negativo de la política socioeconómica, se ha sumado el sentirse abandonados por sus socios ante la ola migratoria (más de 600.000 llegadas desde el 2014).

La lucha contra la inmigración irregular es una de los pocos temas en los que existe consenso entre los Veintisiete. Pero la política que están diseñando sigue careciendo de una adecuada solidaridad entre los países de la UE y no contempla un aumento sustancial de las partidas destinadas a la integración de los inmigrantes que ya están en Europa, ni para las partidas sociales (educación, sanidad, vivienda y protección social) para evitar que los ciudadanos europeos tengan la impresión de competir con los inmigrantes por unos servicios públicos degradados.


Artículo publicado en una versión más corta en El Periódico de Catalunya el 10 de marzo de 2018