El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

La crisis de la eurozona se agrava por la fallida cumbre Merkel-Sarkozy


Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Mario Monti


La falta de medidas concretas en la cumbre entre la cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en Estrasburgo el 24 de noviembre está agravando la crisis de la deuda pública de la zona euro y no ha contribuido a apaciguar la especulación de los mercados financieros.

El anuncio de una reforma del Tratado de la Unión Europea (UE) para reforzar el gobierno económico y endurecer la disciplina presupuestario de los estados no puede constituir una medida efectiva para frenar el ataque cotidiano a la credibilidad de la deuda pública en euros, porque requerirá en el mejor de los casos más de doce meses para que pueda entrar en vigor.

Las negociaciones entre los gobiernos de la eurozona para hacer operativas las nuevas capacidades de intervención del fondo de rescate europeo en apoyo a la deuda de los países acosados avanzan a una velocidad desesperante y las promesas de rigor del nuevo Gobierno italiano presidido por Mario Monti ya han consumido su efecto positivo inicial.

El tipo de interés reclamado por los mercados a la deuda pública italiana a diez años superaba a media tarde el 7,3%, mientras que la española también se colocaba por encima del 6,7% y la belga se acercaba rozando ya el 6%.

Los ministros de Economía y Finanzas del Eurogrupo volverán a estudiar el 29 de noviembre la puesta en marcha del mecanismo de aval parcial de la deuda pública de países en apuros por parte del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, pero fuentes diplomáticas han reconocido que la aplicación práctica de este instrumento fundamental para combatir la crisis aún podría demorarse más.

El único resultado positivo de la cumbre Merkel-Sarkozy, si se cumple, es el pacto de no volver a insistir públicamente en cuál debe ser el papel del Banco Central Europeo (BCE). La silenciación de ese debate que enfrenta a Berlín y París podría traducirse de facto en una afirmación de la independencia del BCE, que podría dar más margen de actuación a su presidente Mario Draghi para apurar al máximo sus limitadas capacidades de actuación.

Draghi también podría aprovechar ese silencio sobre el papel del BCE y las pésimas perspectivas económicas para la zona euro en los próximos trimestres para rebajar al menos en otros 0,25 puntos el tipo de interés básico hasta el 1% en la reunión del BCE del 1 de diciembre, y así acabaría de corregir el error que supusieron las dos subidas de tipos realizadas en abril y en julio.  

Las excesivas rebajas de impuestos pasadas agravan la actual crisis


José María Aznar y José Luís Rodríguez Zapatero


Las sucesivas rebajas de impuestos introducidas durante los últimos 15 años, primero por los gobiernos del PP de José María Aznar y posteriormente por los gobiernos del PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero, han mermando peligrosamente la capacidad de recaudación del Estado y de financiar los servicios públicos esenciales propios de un país europeo desarrollado.

Los gobiernos del PP y del PSOE, deslumbrados por el espejismo de la bonanza recaudatoria que aportaba la burbuja inmobiliaria, fueron aplicando sucesivas reducciones del impuesto sobre la renta y de los impuestos sobre los rendimientos del capital, arengados por la filosofía económica neoliberal dominante.

Al llegar la crisis y desaparecida la recaudación procedente de la burbuja inmobiliaria, esas rebajas han privado al Estado de unos ingresos esenciales, cuya carencia ha contribuido a disparar el déficit público y la actual secuela de acoso de los especuladores financieros a la deuda pública española.

Los ingresos perdidos por esas rebajas de impuestos han conducido al Estado y a los gobiernos autonómicos a draconianos planes de ajuste, que han golpeado despiadadamente a la sanidad y a la educación, han incrementado aún más una tasa de paro ya de dimensiones dramáticas y han agravado la crisis económica paralizando la frágil recuperación.

Esa falta de ingresos, causada por las rebajas de impuestos que beneficiaron especialmente a las personas con más recursos, se utiliza para justificar posteriormente los recortes en los servicios públicos o su privatización, con el argumento de que no se pueden costear, que agravan el déficit y que son excesivos para la economía del país

Esas rebajas de impuestos han llevado además a la situación socialmente injusta y de escasa racionalidad económica en la que los ingresos procedentes del trabajo sufren una tributación más elevada que los rendimientos del capital. Es decir, que la persona que trabaja un montón de horas al día para producir un bien o un servicio está peor tratada fiscalmente que quien se limita a disfrutar de los beneficios que le rinden sus inversiones financieras. 



El error de la Autoridad Bancaria Europea castiga la deuda pública


Sede de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) en Londres 


La nueva Autoridad Bancaria Europea (EBA, en inglés) se está distinguiendo por la acumulación de graves errores. Primero, sus pruebas de resistencia a la banca pretendidamente rigurosas no fueron capaces de detectar el hundimiento del grupo Dexia y sólo señalaron a las entidades cuya recapitalización ya había sido anunciada, como las cajas españolas. Ahora, con su decisión de valorar la deuda pública a precios de mercado dentro de su plan de recapitalizar a la banca ha contribuido a hundir las cotizaciones de la deuda pública de la zona euro en los mercados.

El plan de recapitalización de la banca había sido encomendado para preparar a las entidades para el impacto de la prevista quita de la deuda griega en sus carteras. La Autoridad Bancaria Europea, en lugar de restringir la valoración de la cartera de la deuda a precios de mercado a sólo la deuda griega (la única que iba a sufrir una quita), decidió que la valoración a los precios de mercado se realizara a la deuda pública de todos los países europeos.

Esta decisión fue interesada ya que de este modo se protegía los intereses de la banca británica (porque la deuda británica no estaba afectada por la depreciación), de la banca alemana (porque la revaloración de la deuda alemana compensaba las pérdidas por su riesgo en Grecia) y de la banca francesa (porque la deuda francesa no había sufrido apenas merma en el momento de la valoración y su cartera de deuda alemana amortiguaba el riesgo griego).

La introducción de la valorización a precios de mercado ha roto el principio contable internacional establecido hasta ahora y ratificado por los acuerdos de Basilea III de que la deuda pública se valora en su valor nominal, porque a parte de Grecia, no hay ningún país europeo que no vaya a honorar su deuda pública.

Ese cambio desafortunado en los criterios y el plan de recapitalización están provocando en las últimas semanas una venta masiva por parte de la gran banca europea de títulos de deuda pública de los países más frágiles, como Italia y España, como han reconocido varios directivos de esas grandes entidades.

Estas ventas masivas de bonos italianos y españoles en un mercado muy especulativo e hirviente de desconfianza están contribuyendo de forma muy importante a la degradación de la cotización de la deuda de esos países y al encarecimiento de los tipos de interés exigidos, que se está produciendo en el mercado.

La eurozona, prisionera de su mala concepción del BCE


Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Francfort (Alemania)


La eurozona está atravesando en estos momentos la crisis más grave de su existencia, con tres países intervenidos (Grecia, Irlanda y Portugal) y la tercera economía de la unión monetaria, Italia, en el ojo del huracán, arrastrando a la cuarta, España.

La crisis, que empezó a finales del 2009, cuando se demostró que Grecia llevaba años maquillando sus cuentas y su deuda pública, amenaza con devorar al resto de la eurozona por culpa de las limitaciones que sus líderes impusieron al Banco Central Europeo (BCE) en el momento de su fundación bajo el diktat alemán.

La prohibición expresa de que el BCE pueda comprar deuda pública de los estados de la zona euro, sellada en el Tratado de la Unión Europea (UE), priva de un instrumento fundamental para la protección de la deuda pública emitida euros frente a los ataques especulativos de los mercados financieros.

Los bancos centrales de otras divisas, como la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón, compran abiertamente y masivamente la deuda pública de sus respectivos países para mantener estable su cotización y bajos los tipos de interés de la misma. Esta intervención impide que su deuda pública se vea sometida al acoso y encarecimiento que está sufriendo la deuda pública de la zona euro, a pesar de los niveles de déficit y deuda públicos de EEUU, Japón y Gran Bretaña son muy superiores, por ejemplo, a los de España.

El BCE, privado de esa capacidad, tuvo que recurrir a medidas heterodoxas en el 2010 para contener los ataques contra la deuda de la zona euro mediante la compra selectiva y puntual en el mercado secundario. Pero esas operaciones son demasiado limitadas y tardías para lograr el efecto estabilizador necesario. Sólo una compra masiva podría contribuir a serenar el mercado, pero Alemania y el Bundesbank, marcados por la traumática experiencia de la hiperinflación de los años 1920, se han opuesto hasta ahora a ello.

Además, el BCE, obsesionado excesivamente por mantener su récord de inflación mínima, cometió el grave error de subir los tipos de interés de la eurozona en 0,25 puntos en abril y en 0,25 puntos más en julio de este año en un contexto de persistente crisis financiera y económica, lo que empujó al alza los tipos, frenó la vacilante recuperación económica y agravó la presión sobre la deuda.

El nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, intentó corregir parcialmente ese error el pasado 3 de noviembre con una rebaja de 0,25 puntos del tipo de interés hasta el 1,25%, pero el daño ya estaba hecho.