El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Las operaciones especulativas que nos arruinan



 
Imagínese usted, que paga religiosamente su hipoteca cada mes al banco, que de repente miles y miles de personas que no conoce de nada comienzan a comprar un seguro de impago sobre su hipoteca a pesar de no tener ningún riesgo en la misma porque consideran que usted será incapaz de pagar esa hipoteca.

Esta compra masiva de seguros de impago hace subir el precio del mismo y reporta pingües beneficios a los primeros que invirtieron en ella a un precio más bajo. Pero la subida del precio del seguro de impago crea una impresión artificial de que existe un mayor riesgo que antes de que usted no sea capaz de pagar la hipoteca y el banco le aumenta el tipo de interés para cubrir ese riesgo. De este modo, la rentable especulación de quienes han comprado un seguro de impago sin tener ningún riesgo que cubrir le ha costado usted un aumento de la cuota de su hipoteca.

Como ese tipo de especulación resulta muy rentable, esos miles de inversores siguen comprando seguros de impago contra su hipoteca, su precio sube, el indicador de riesgo vuelve a aumentar y el banco le vuelve a castigar a usted con otra subida del tipo de interés sin usted se la merezca, porque nunca ha dejado de pagar sus cuotas.

Este proceso se repite hasta que el tipo de interés que le cobra el banco a causa de esa percepción artificial de riesgo es tan alto, que al final no ya puede pagar esa hipoteca. Los especuladores obtienen el beneficio máximo y usted acaba en suspensión de pagos.

A usted este tipo de operación le parecerá malsano, pernicioso económicamente e incluso delictivo. Estoy seguro que además piensa que ese tipo de operaciones deberían estar prohibidas y tiene razón. Pero este tipo de operaciones es el que se produce cada día en los mercados financieros con la deuda española, italiana y de otros países acosados por los especuladores.

Los grandes fondos especuladores y los grandes operadores financieros están desde hace tiempo comprando masivamente seguros de impago sobre la deuda española (credit default swap, CDS, en la terminología inglesa), a pesar de que no son propietarios de títulos de deuda pública española y no tienen ningún riesgo que cubrir.

Como en nuestro caso imaginario de la hipoteca, la compra masiva de esos CDS hace subir una y otra vez su precio y da la falsa impresión de que el país corre el riesgo creciente de suspensión de pagos. Y, como consecuencia de ello, el tipo de interés que reclama el mercado para la deuda pública española sube también y la denominada prima de riesgo sobre el bono alemán de referencia también aumenta hasta récords históricos.

Todo esto, que reporta suculentas ganancias a los especuladores, empobrece cada día más a España (y a los españoles), ya que el estado tiene que dedicar cada vez más fondos a pagar los intereses de la deuda pública en lugar de poderlos destinar a la sanidad, la educación o las inversiones productivas.

¿Por qué no está prohibido este tipo de operaciones, se preguntará usted? Porque los gobiernos europeos no se atreven a ello, después de defender durante varias décadas la desregulación más desmedida, que condujo a la crisis financiera del 2007-2008 de la que aún no nos hemos recuperado.

Alemania defendió introducir esa prohibición en la tramitación del proyecto de directiva sobre productos financieros derivados, pero España, Gran Bretaña y otros países se opusieron a ello en el Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE). El Parlamento Europeo enmendó en julio el proyecto para introducir esa prohibición y ahora la aprobación de la normativa depende de que la Eurocámara y los Veintisiete lleguen a un compromiso sobre este tema.

Mientras tanto, los especuladores obtienen beneficios multimillonarios hundiendo la credibilidad de la deuda pública de los países y los ciudadanos ven impotentes como la pasividad y la falta de coraje de sus dirigentes empobrece a sus respectivos países.

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