El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

La Autoridad Bancaria Europea se estrena con un fracaso

Sede de la Autoridad Bancaria Europea en Londres



La flamante nueva Autoridad Bancaria Europea (EBA, en inglés) y con sede en Londres se ha estrenado con un rotundo fracaso en las pruebas de resistencia (stress test) del sector bancario europeo, lo que constituye un mal precedente y cuestiona la capacidad de sus responsables para llevar a cabo sus tareas con eficacia.

Primero, la EBA no ha logrado el objetivo de restablecer la confianza en la solidez del sector financiero europeo en lo mercados internacionales por no haber incluido un impacto grave de la crisis de la deuda pública en su análisis de los riesgos de las entidades.

Y, segundo, ha sembrado dudas gratuitas sobre la solidez entidades españolas y alemanas al imponer un controvertido criterio de contabilización del capital, que no tiene en cuenta provisiones y formas hibridas tradicionales propias de ambos países.

Da la impresión que el principal objetivo de la EBA en este ejercicio haya sido asegurarse la aprobación del examen por parte de la banca británica, que ha tenido que ser nacionalizada en gran parte a causa de la crisis financiera.

La decisión de hacer suspender gratuitamente a las entidades españolas es especialmente grave, porque las provisiones que no ha aceptado como capital están incluidas en los acuerdos internacionales de Basilea III sobre solvencia bancaria y en el proyecto de directiva europea sobre requisitos de capital.

El suspenso provocado de cinco entidades españolas mantiene la duda sobre la solidez y solvencia del sistema financiero nacional en unos momentos especialmente delicados debido a las tensiones y nerviosismo de los mercados, que sobredimensionan cualquier rumor e indicador negativo.

El diseño de las pruebas, con la imposición a España además de un escenario económico mucho más negativo que al resto de países y la modificación en el último minuto de los criterios de capital, muestra también el escaso peso político y la nula capacidad de influencia dentro de la Unión Europea (UE) del regulador española, el Banco de España, cuyas alegaciones no fueron atendidas.

El regulador alemán, más combativo que el Banco de España, ya acusó a principios de junio a la EBA de “falta de autoridad legal y legitimidad” por modificar en el último momento los criterios de la definición de capital básico, que perjudicaban a las entidades alemanas y españolas. El banco alemán Helaba decidió incluso abandonar la prueba con el beneplácito de las autoridades alemanas por este motivo.

Bélgica bloqueada por el “no” flamenco al plan de negociación


El líder de la NVA, Bart De Wever


Bélgica se encuentra bloqueada por el rechazo total y demoledor de los independentistas de la Nueva Alianza Flamenca (NVA), el principal partido belga, a la propuesta de negociación de la reforma del estado presentada por el aspirante a primer ministro y líder socialista francófono, Elio Di Rupo. El propio rey Alberto II ha calificado la situación de “grave” y ha decidido mantener en suspenso durante algunos días la dimisión que le ha presentado de Di Rupo.

El rechazo sin paliativos de la NVA ha colocado al país aún más cerca del abismo. “Bélgica no tiene ya sentido. Bélgica no vale la pena”. Así iniciaba hoy el diario Le Soir su editorial en la portada dedicada al rotundo “No” flamenco a la primera propuesta seria de negociación de los partidos francófonos, aunque esta propuesta llegaba muy tarde y se quedaba muy por debajo de las expectativas flamencas.

 “Demasiado bueno para tirarlo a la basura, pero no lo suficiente para conducir a un acuerdo”, fue la valoración del diario flamenco De Standaard de la propuesta del líder del primer partido francófono formulada el pasado 4 de julio como última oportunidad para sacar al país de su parálisis política.

Bélgica lleva casi 13 meses sin Gobierno a causa del desacuerdo frontal entre la mayoría flamenca y la minoría francófona sobre el incremento de los poderes exigido por Flandes y sobre la reforma del sistema de financiación de las regiones que exigen también Flandes para reducir sus transferencias anuales a la endémicamente deficitaria comunidad francófona.

«Con toda la mejor voluntad del mundo, no creo que unas negociaciones sobre la base de esa propuesta puedan tener éxito», declaró el líder de la NVA, Bart de Wever, antes de empezar a demoler punto por punto la propuesta de Di Rupo.

La NVA criticó el aumento de la presión fiscal «para todos aquellos que son activos o ahorran», la ausencia de un cambio significativo en la financiación regional que reduzca las transferencias flamencas hacia la comunidad francófona, el limitado alcance del incremento de las competencias regionales, la ausencia de reforma de las pensiones y las propuestas francófonas para consolidar su posición en la disputada periferia flamenca de Bruselas y en la propia capital.

Los democristianos flamencos (CDV), segunda fuerza política de Flandes, no se han pronunciado sobre la propuesta de Di Rupo, pero sus dirigentes ya han advertido que si el NVA no está en la mesa de negociaciones, ellos tampoco estarán. Temerosos de sufrir un serio retroceso electoral si se desmarcan de los planteamientos nacionalistas de la NVA, los democristianos flamencos están quedando relegados al papel de comparsa.

Los partidos liberales flamenco (VLP) y francófono (MR), los socialistas francófonos (PS), los centristas francófonos (CDH) y los ecologistas francófonos habían expresado un “sí, pero” sobre la propuesta, expresando su disposición a negociar sobre esa base, pero con objeciones sobre su contenido. Sin embargo, sin los independentistas y los democristianos flamencos, cualquier negociación resulta imposible.


La UE, de rodillas ante los especuladores


El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso


Un año y medio después de que comenzarán los ataques especulativos contra la deuda griega espoleados por las agencias financieras de calificación (rating), la Unión Europea (UE) sigue paralizada e incapaz de emprender una actuación decidida para poner coto a los abusos de esas entidades, que operan en los mercados financieros y que actúan en estrecha connivencia con sus clientes, los principales especuladores internacionales.

La propuesta de crear una agencia europea de calificación sigue sin concretarse y los Veintisiete ni siquiera se atreven a prohibir las operaciones más especulativas y perjudiciales contra la deuda pública.

La zona euro, sus estados y sus ciudadanos han quedado a merced de los intereses privados de esas agencias y de las apuestas millonarias en los mercados de sus clientes, quienes obtienen gigantescos beneficios con la degradación del valor de la deuda pública de los estados europeos por la que han apostado previamente.

Las tres grandes agencias de rating, Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch, contribuyeron de forma decisiva a la crisis financiera que se inició en el 2007-2008 y que condujo posteriormente a la peor recesión económica después de la Segunda Guerra Mundial y a la pérdida de millones de empleos.

Las tres agencias se distinguieron por cobrar cuantiosas remuneraciones por valorar como muy solventes los productos financieros tóxicos que comerciaban sus clientes y que produjeron pérdidas multimillonarias a la banca europea y norteamericana, porque en realidad eran basura.

Acabado el negocio de las subprime de las hipotecas basuras norteamericanas, las agencias de rating han centrado su interés en la deuda pública y la banca de la zona euro, con sucesivas degradaciones abruptas y cuestionables de la valoración de esa deuda, incluso de cuatro niveles de golpe y demasiadas veces basadas en rumores y hipótesis interesadas sin pocos o ningún dato objetivo.

Cada uno de sus cuestionables decisiones cuesta millones a los ciudadanos europeos en un mayor coste de la deuda pública y reporta suculentos beneficios a sus clientes, que parecen estar al corriente de las decisiones que va a tomar la agencia y que incluso podrían haber contribuido a la toma de la misma.

Lamentablemente, la Comisión Europea no ha comenzado a reaccionar al menos verbalmente contra ese comportamiento hasta que el ataque de Moody’s ha afectado al Gobierno conservador portugués, el mismo partido al que pertenece el presidente del Ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso.

Cuando las andanadas afectaban al anterior Gobierno socialista portugués, al Gobierno socialista griego o al Gobierno socialista español, la respuesta tradicional de la Comisión Europea ha sido que “no se comentan las decisiones concretas de las agencias”.

La aplicación de la primera tímida legislación europea sobre las agencias va con un enorme retraso, sin que se haya completado siquiera el proceso de registro de las entidades y sin que se haya emprendido el más mínimo control sobre sus sistemas de valoración.

La Comisión Europea lleva más de un año anunciando que propondrá una segunda normativa más estricta para intentar acabar con el oscurantismo que rodea la actuación de las agencias de rating y sus manifiestos conflictos de interés. Pero ese proyecto no se concretará con suerte hasta el mes de noviembre y aún tardará como mínimo otro año antes de que pueda entrar en vigor.

Mientras tanto, los ciudadanos europeos seguirán pagando los multimillonarios beneficios de las agencias de rating y de sus clientes mediante recortes en la protección social o más impuestos con que financiar el encarecimiento de la deuda pública provocado por el comportamiento de esas entidades.     

Polonia arranca su mandato europeo con polémica


Donald Tusk, primer ministro polaco 


Polonia ha asumido hoy 1 de julio la responsabilidad de la gestión semestral de la Unión Europea (UE) con una polémica con sus socios miembros de la zona euro al pretender exigir en las reuniones ministeriales del Eurogrupo sin formar parte de la moneda común europea.

Tras tensas discusiones y sin amedrentarse por las primeras negativas, Polonia ha logrado ser invitada a asistir a las reuniones de ministros de Economía y Finanzas de la zona euro, en lo que constituye su primer éxito en el objetivo de ser considerado como uno de los grandes estados de la UE.

Polonia se ha fijado precisamente como principal objetivo de su gestión semestral europea el incrementar el status y la influencia política del país entre sus socios europeos y contrarrestar el actual dominio del eje franco-alemán mediante un reforzamiento de la propia UE y de sus instituciones.

«Es de crucial importancia que durante el mandato incrementemos el status de Polonia como país que es altamente valorado en los debates internos de la UE», ha destacado el primer ministro polaco, Donald Tusk, ante el Parlamento.

Además de reforzar el peso político de Polonia en la UE, Tusk aspira a que el mandato europeo impulse la victoria de su partido centrista Plataforma Cívica (PO) en las elecciones legislativas convocadas precisamente en octubre, a mitad del semestre.

Ante la actual delicada coyuntura creada por la crisis financiera griega y respaldada por un envidiable crecimiento de casi el 4%, Polonia quiere priorizar una rápida expansión económica en la UE mediante un acuerdo final sobre la supervisión económica, el impulso del mercado electrónico y la patente europea (a la que se opone España).

La segunda gran prioridad de Polonia durante este semestre es revitalizar el proceso de ampliación de la UE, con la firma del tratado de adhesión de Croacia, el inicio de las negociaciones de adhesión con Serbia y la finalización del Acuerdo Asociación y de Libre Comercio entre la UE y su vecina Ucrania.

Una «Europa segura» es el tercer gran objetivo polaco, con el desarrollo de una política exterior energética que garantice y diversifique los suministros, con la mejora del control de las fronteras exteriores frente a la inmigración y con una colaboración más estrecha en materia de defensa entre la UE y la OTAN.

La impronta que quiere dejar Polonia en la UE está simbolizada en un vídeo de promoción en el que se ve a una joven, triste y sola, que representa a la UE, sentada en un banco en una ciudad desierta, que recuerda el barrio de las instituciones europeas de Bruselas. Un joven con una camisa con los colores blanco y rojo de la bandera polaca, se acerca y la saca a bailar, devolviéndole la sonrisa.

Polonia sustituye a Hungría, que durante el primer semestre del año ha gestionado de forma discreta la UE y sin la gloria a la que aspiraba el primer ministro húngaro, Viktor Orban. Su mayor éxito ha sido concluir las negociaciones de adhesión de Croacia el 30 de junio y su labor ha estado ensombrecida por las restricciones a la libertad de información en la polémica ley de prensa húngara y por la controvertida reforma de la constitución.