El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Merkel impone un euro “alemán” sin asumir ninguna contrapartida


Angela Merkel, y Nicolas Sarkozy en la cumbre de la UE


La cancillera alemana, Angela Merkel, consiguió su objetivo en la cumbre de la Unión Europea (UE) del pasado 8 y 9 de diciembre de imponer su modelo de rigor y disciplina presupuestaria al conjunto de una eurozona debilitada sin comprometerse prácticamente a nada a cambio. Merkel fue la vencedora política indiscutible de la tormentosa reunión europea en Bruselas, mientras que el primer ministro británico, David Cameron, fue el perdedor más absoluto.
         
Merkel está convencida que la mera virtud, una aplicación escrupulosa del rigor presupuestario, será suficiente por sí sola para recuperar la confianza de los mercados financieros en la deuda pública.

La cancillera se negó de forma inflexible a lo largo de las maratonianas negociaciones a que el pacto fiscal del euro incluyera ninguna medida adicional de solidaridad, como un incremento de la potencia de fuego financiera del fondo de rescate contra los especuladores o la simple mención de la posibilidad de crear a largo plazo eurobonos en una eurozona de cuentas públicas saneadas y virtuosas.

La ausencia de una estrategia para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo en una eurozona al borde de la recesión es otro elemento distintivo y preocupante de la cumbre.
         
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, coimpulsor de la iniciativa, actuó una vez más como acompañante. Su único éxito fue convencer a Merkel de que rectificara y abandonara su doctrina de que la banca y los inversores deberían también contribuir en el futuro a sufragar el coste del eventual rescate de un país en apuros.
         
Esta exigencia de Merkel formulada hace un año en la cumbre franco-alemana de Deauville ha sido la responsable del contagio de la crisis griega a Italia y España, como ya había advertido que ocurriría el Banco Central Europeo (BCE), y ha salido muy cara a ambos países y al conjunto de la eurozona.
         
El aumento del fondo de rescate o su financiación a través del BCE y algún tipo de mutualización de la deuda pública, defendidos por Sarkozy, el presidente de la UE, Herman Van Rompuy, España y numerosos países no prosperaron y fueron bloqueados por Merkel.
         
El pacto fiscal del euro representa un paso adelante muy importante hacia la integración económica y política de la eurozona, pero dado el comportamiento de las agencias de  calificación y la irracionalidad que domina los mercados puede resultar insuficiente para resolver la crisis y restablecer la confianza en la deuda pública europea.
         
La otra dificultad que deberá superar el pacto fiscal del euro es el traslado de su contenido a los artículos de un tratado y su encaje con el marco institucional ya existente en la UE. La experiencia ha demostrado que esa tarea puede degenerar en complejas discusiones entre los países por el redactado de cada línea.


Almunia: “Nadie saldrá de la crisis del euro a costa de los demás”


Comisario europeo Joaquín Almunia


Texto íntegro de la entrevista con el comisario europeo Joaquín Almunia sobre la crisis de la zona euro. Una versión más reducida fue publicada por EL PERIÓDICO el pasado 5 de diciembre

El comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, destacó en una entrevista a EL PERIÓDICO que «los mercados están pidiendo más integración política y económica a la zona euro» y que la eurozona debe encaminarse hacia “una unión fiscal, con un tesoro único y una agencia de deuda común”. Almunia señaló que sólo así se podrá «recuperar soberanía y autonomía» frente a los especuladores. El comisario asimismo subrayó que «nadie va a salir de esta crisis a costa de los demás» y que sería inviable «una zona euro a dos velocidades», con países de primera y de segunda.

--¿Qué ha fallado en la zona euro para encontrarse a merced del acoso de los mercados?

--Había economías de países pertenecientes a la zona euro que venían acumulando graves desequilibrios, que se han convertido en insostenibles a raíz de la crisis financiera. No todos son de la misma naturaleza. Grecia ha acumulando una enorme deuda pública. Italia también tiene un problema de deuda pública, claramente menor que el de Grecia, pero a su vez Italia viene acusando durante toda la pasada década de una bajísima capacidad de crecimiento. Irlanda ha tenido un sistema bancario totalmente exagerado vinculado a la burbuja inmobiliaria. Portugal tiene una mezcla de todos los problemas: tiene bajo crecimiento, demasiada deuda, exceso de gasto público y poca inversión y poca iniciativa privada. España ha venido acumulando un nivel de endeudamiento privado muy elevado también en relación con la burbuja inmobiliaria… etc. La gravedad de los problemas es muy diferente. No se puede comparar el caso griego con el caso español. La integración económica y monetaria ha acentuado el contagio y los países con mayores problemas, aunque tengan un tamaño económico pequeño, están contagiando a los grandes. Y a su vez los problemas de la zona euro se contagian al resto del mundo.

--¿No ha fallado la estructura misma de la zona euro que nos ha dejado desarmados frente a una crisis como la actual?

--Ha fallado en términos políticos y en términos de funcionamiento de los mecanismos de gobierno de la zona euro. Ha faltado previsión, vigilancia y disciplina, porque cuando se detectaban los problemas no había capacidad de corregirlos de forma eficaz. Además ha habido Había el malísimo ejemplo del precedente de que los países más grandes y más poderosos, Francia y Alemania, fueron los primeros en romper las reglas del pacto de estabilidad en el 2003.

--¿No faltaba una estructura política que reforzara la unión monetaria?

-- Tenemos un magnífico instrumento que es el BCE, que es un banco independiente, único para el conjunto de la zona euro, que ha ganado reputación y prestigio, no sólo antes de la crisis, sino durante la crisis. Pero junto al BCE nos hubiera gustado tener otros instrumentos, como por ejemplo, una agencia de deuda capaz de emitir de deuda pública en nombre de todos los países de la zona euro y no la tenemos, nos hubiese gustado tener una capacidad de decidir en común e imponer la aplicación leal y eficaz de las decisiones adoptadas. Estamos en la necesidad, en la obligación de definir los siguientes pasos de la integración económica, hacia la creación de una unión fiscal, de un tesoro único y hacia una mayor integración política.

--¿Cuáles son las decisiones más urgentes que hay que adoptar?

--Hay decisiones que debían haber sido tomadas ya, pero que espero que se tomen de aquí a la cumbre del día 9 de diciembre. Por ejemplo, sentar las bases para que Grecia disponga de un nuevo programa de financiación para los próximos años, porque Grecia no puede salir adelante solo con sus propios recursos. Segundo, hace falta también tomar decisiones urgentes para apoyar la confianza y la credibilidad de la deuda pública de todos los países de la zona euro. Tenemos el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, creado el año pasado, pero tiene que ser más operativo, más flexible y más creíble en cuanto a su capacidad de protegernos frente al contagio, frente a nuevas turbulencias en los mercados. Se han tomado decisiones, pero no se están aplicando todavía y aún no se ha tomado en todos sus aspectos la decisión de aumentar el tamaño, la credibilidad y la potencia de fuego de ese instrumento financiero. Tercero, tenemos que tomar decisiones para que la crisis de la deuda pública  no contagie al sistema financiero. Estamos hablando las condiciones de financiación de la banca y estamos discutiendo las condiciones y los plazos para mejorar la solvencia de las entidades financieras a través de una recapitalización. Hay mucha tarea por delante, para los próximos días, semanas y meses. A esta tarea hay que sumar los ajustes duros e imprescindibles que deben desarrollar los países con mayores desequilibrios y sometidos a mayor presión.

--¿Y a nivel de reforzamiento de la integración de la zona euro?

--Hay que poner en marcha nuevos modos e instrumentos de integración. En muchos casos, se puede conseguir sobre la base del actual tratado y la Comisión Europea aprobó ya el 23 de noviembre dos reglamentos para reforzar la supervisión y la eficacia del control de las políticas económicas y presupuestarias, que ahora serán discutidas por el Consejo de Ministros de la UE y el Parlamento Europeo. Pero hay países que pretenden ir más allá y proponen discutir nuevos cambios en el tratado, no un nuevo tratado para que tengamos apoyo jurídico para que podamos llegar hasta donde es necesario llegar.
  
--¿Serán suficientes para reinvertir el actual acoso y desconfianza de los mercados?

--Lo que va a calmar a los mercados no es una medida parcial, ni mucho menos una declaración o una reunión. Lo que los mercados están pidiéndonos a los gobiernos nacionales y a los responsables europeos es que tengamos una mayor capacidad de decisión en común, por lo tanto nos están pidiendo más integración, más integración económica y más integración política. Sólo saldremos de verdad de una situación de crisis tan seria como ésta a base más integración, a base de más capacidad para tomar decisiones entre todos y responsabilizarnos cada uno de la aplicación de las medidas que nos correspondan y dando cuenta al resto de nuestros socios y a las instituciones europeas en común. Por lo tanto, hay urgencia de compartir más soberanía a nivel de la zona euro. Parte de las decisiones que históricamente han correspondido durante siglos a cada uno de los estados-nación hoy tenemos que ser consciente que sólo serán eficaces y sólo producirán los resultados deseados si las tomamos en común. Nadie va a salir de esta crisis a costa de los demás. Sólo podremos superar esta crisis actuando juntos, de manera coordinada, con objetivos comunes y con un reparto de tareas pactado entre todos.

--¿Hasta donde tiene que llegar esta integración política en la zona euro para que funcione?

--Hasta donde sea necesario. Hay que acompañar ese proceso de integración monetaria con la integración de determinadas decisiones de política económica que tradicionalmente recaían en la soberanía nacional. Hoy en día no es imaginable dentro de la zona euro que un país pueda decidir qué presupuesto hace para los próximos años sin acomodarse o sin encajar sus prioridades en las prioridades comunes y sin discutir con sus socios alrededor de una mesa sus opciones presupuestarias y todas las decisiones políticas implícitas en ese presupuesto.

--¿También las políticas económicas deben coordinarse o ponerse en común?

--Por supuesto. No todas requieren el mismo grado de coordinación o integración, pero hay muchas políticas que sí lo requieren. Eso no hay que interpretarlo desde el punto de vista de la menor capacidad de decisión nacional en cada uno de los países. Hay que interpretarlo como la mejor manera de aumentar la eficacia de nuestras decisiones. Hace 50 años era muy eficaz tomar decisiones en un solo país. Las economías estaban más cerradas, los mercados financieros mucho menos integrados, los intercambios económicos y los flujos de inversión mucho menores, la capacidad de conexión de nuestras economías era muy baja, y por tanto, el ámbito más relevante para las decisiones económicos eran los estados. Hoy en día esto no es así. Es imprescindible adoptar las decisiones a nivel de la zona euro para recuperar nuestra capacidad de decisión, para que no sean precisamente los mercados los que nos impongan sus orientaciones, sus prioridades. Es imprescindible para recuperar soberanía y autonomía frente a los mercados.

--¿Llevamos casi dos años de crisis de la deuda pública europea no va todo el proceso demasiado lento?

--Sin duda hay decisiones que debían haberse tomado antes. En esta crisis hemos aprendido muchas cosas, una de ellas es que no sirve de nada retrasar las decisiones que son imprescindibles, inexorables. Cada mes de retraso suponen más dificultades después para poderlas aplicar y más costes para poder financiar su aplicación. Ahora, dicho esto, hay que mirar con una cierta perspectiva donde estábamos hace tres años en materia de integración y donde estamos ya ahora y todo lo que hemos avanzado, incluso teniendo en cuenta todos lo que nos queda por hacer. Hoy tenemos ya unos instrumentos para tomar decisiones en común, para vigilar la ejecución de las decisiones, para supervisar al sistema financiero…

--¿El hecho de que sean Alemania y Francia quienes estén dirigiendo estos cambios no crea una situación de directorio de facto franco-alemán de la zona euro?

--La dirección real de las decisiones que se están tomando la estamos dando en las instituciones europeas. Ninguna legislación, ninguna regulación europea se puede llegar a discutir siquiera si previamente la Comisión Europea no ha tomado la decisión de presentar la propuesta correspondiente. Una vez que la Comisión Europea presenta sus propuestas legislativas de regulación financiera o de coordinación económica y presupuestaria, esas propuestas se debaten por el Consejo de Ministros de la UE, por 27 o en algunos casos por los 17 estados que forman la zona euro y por el Parlamento Europeo. Dicho esto, hay una evidencia obvia desde el principio de la integración europea es que si Francia y Alemania no están de acuerdo Europa no avanza, porque esos dos países ocupan un lugar central. Y como saben que discrepando uno frente a otro, nadie es capaz de avanzar, a veces ha dado la impresión que son ellos quienes en sus reuniones tienen la sartén por el mango, pero mirando más de cerca las cosas, se ve que no es así.

--Pero las propias propuestas que formula la Comisión Europea, como los reglamentos de control reforzado de los países, responden prácticamente a los planteamientos que formulados previamente por Berlín y París?

--En el análisis que hicimos a final del 2008 de los diez primeros años de la unión económica y monetaria está ya apuntado todo lo que necesita para acabar siendo un conjunto coherente. Es verdad que la crisis ha obligado a acelerar los calendarios y es verdad que en algunas reuniones, como la que dio lugar al famoso pacto del euro plus, que ideas de Francia y Alemania han marcado orientaciones. Pero también es verdad que estas ideas sólo se pueden poner en práctica de forma eficaz a través del método comunitario: iniciativa de la Comisión Europea y aprobación por el Consejo de Ministros de la UE y por el Parlamento Europeo. Otra más de las enseñanzas de la crisis es que si no actuamos conforme al método comunitario perdemos tiempo, malgastamos esfuerzos y sobre todo no somos eficaces, no somos capaces de resolver los problemas.

--¿Es posible y viable una eurozona con dos velocidades, con unos países dentro del euro más integrados que otros?  

--La moneda única no es compatible con una zona euro de dos velocidades. Ni desde el punto de vista económico, ni mucho menos desde el punto de vista político. Todos los países que comparten la misma moneda tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones, deben estar sujetos a las mismas reglas y participar en pié de igualdad en las instituciones de la Unión económica y Monetaria.

--¿La crisis no muestra que el BCE debería adoptar un papel más cercano al que tiene el Banco de Inglaterra, la Reserva Federal o al Banco de Japón para combatir con eficacia los ataques especulativos contra la deuda pública?

--La tarea que ha llevado a cabo el BCE ha sido impresionante. Y los observadores objetivos, cuando analizan como han actuado los diferentes bancos centrales en esta crisis, todos ponen en un lugar muy, muy preferente, y muchos de ellos en primer lugar, la responsabilidad, la calidad, y la eficacia del BCE. Dicho esto, también es obvio que el BCE, no es un banco central como los demás, no es un banco central de un solo país, ni tiene como interlocutor en la esfera política a un solo gobierno. Por lo tanto, hay cosas que el BCE no puede hacer porque no tienen mandato para hacerlo en el tratado, pero tampoco sería oportuno, ni eficaz que lo hiciese, porque dirigir la política monetaria para 17 países es muy complicado y tiene que encontrar sus limitaciones. Pero cuando el sistema financiero, los mercados financieros y el sistema bancario europeo, han necesitado liquidez, el BCE no ha tenido ningún temor de proporcionar liquidez de manera ilimitada y a un coste muy bajo. Por tanto, el BCE en relación con los bancos, con las entidades financieras, está cumpliendo su papel desde el origen de la crisis.

--Pero en cambio su capacidad de actuación para proteger la deuda pública es muy limitada en comparación a los otros bancos centrales de las otras divisas.

--El BCE incluso ha ido más allá de su mandato y, en momentos en que la crisis de la deuda pública ha creado problemas muy serios, ha ido al mercado secundario de deuda a comprar deuda pública para aliviar esas tensiones. El BCE tiene que mantenerse en su papel. Es verdad que no se va a quedar de brazos cruzados si ve que el resto de responsables económicos y financieros no cumplen con su papel. Pero no es bueno que el BCE se vea obligado a llegar hasta el límite de sus capacidades de actuación. Es mucho mejor que los gobiernos de los países de la zona euro sean capaces de poner en práctica decisiones, instrumentos financieros y políticas coordinadas para evitar llegar a estas situaciones límite.

--¿Qué la zona euro intente recurrir a inversores extranjeros para reforzar su fondo de rescate no muestra una debilidad política y económica?

--Vivimos en una economía global y los mercados financieros están totalmente integrados a ese nivel. EEUU lleva años financiando sus necesidades de ahorro para cubrir su déficit público y su déficit exterior principalmente a través de China y Japón.

--No es tanto que los inversores extranjeros compren deuda pública europea, como el pedir a esos extranjeros que financien el fondo de rescate europeo.

--Una operación de rescate, como por ejemplo, dotar de más recursos al fondo europeo de estabilidad, es para apoyar la deuda pública de los países o para aumentar la capacidad de los tesoros a pesar de las dificultades de financiación para no tener que pagar unos costes inadmisibles.

--No es una debilidad del eurozona

--Lo que me parece una debilidad es no ser capaz de resolver los desequilibrios sin necesidad de tener que pedir prestado.

--Varios premios Nobel de economía consideran que las políticas de austeridad a ultranza que se aplica en la UE agravará la crisis económica.

--Una cosa es pedir una mayor integración de las decisiones y una puesta en común de las responsabilidades, que es imprescindible, y otra  cosa distinta es decir que todos tienen que seguir está determinada línea política. La situación económica de los países europeos es diferente. La posición de Alemania es distinta de la de Italia; la de Irlanda, diferente de la de Grecia; la de Suecia, distinta de la de España. Hay países, pocos, que no han tenido déficits superiores al 3% ni siquiera en los peores momentos de la crisis. Y hay países que tenían niveles de deuda pública ya insostenibles antes del inicio de la crisis. Por tanto, el país con un nivel de deuda no sostenible, lo primero que tiene hacer si quiere enderezar su economía es consolidar sus cuentas públicas y aplicar una estrategia que no es de meses sino de años para volver a situar sus niveles de endeudamiento en parámetros sostenibles. Hay otros países que no tienen ese problema o no es tan urgente y puede combinar mejor una política de sostenimiento de la demanda a corto plazo con medidas que permitan afrontar una consolidación fiscal y permitan mantener la deuda bajo control a medio y largo plazo. En la zona euro tenemos de los dos casos. Decirle hoy a Grecia, Italia, Irlanda o Portugal, que no tiene que seguir haciendo ajuste fiscal es el peor consejo que se puede dar a un país que no tiene en estos momentos acceso a los mercados, que no le prestan, porque los mercados le consideran insolvente o casi insolvente. Mientras que países que no tienen esos problemas, pero que más bien tienen un exceso de ahorro se les debe pedir que animen su economía y consuman más, ahorren menos o gasten más, porque esto no sólo es va a beneficiar en su crecimiento interno nacional sino que ayudará a todos a mantener una mezcla de políticas económicas coherentes. 

--Tres años después de inicio de la crisis financiera, la banca europea sigue estando bajo sospecha. ¿Qué ha fallado?

--No todos están en la misma situación, pero es verdad que como consecuencia de los problemas de la deuda pública se han vuelto a reproducir tensiones en la liquidez de algunos bancos, bancos perfectamente solventes, perfectamente capitalizados, han vuelto a sufrir problemas de liquidez como consecuencia del contagio al mercado interbancario de la crisis de la deuda pública, y en la medida que los problemas de liquidez y las tensiones de financiación no se resuelven pues esa impacto puede llegar a convertirse de nuevo en un problema de solvencia. Creo que, si conseguimos calmar al mercado de la deuda pública y conseguimos serenar la actitud de los inversores respecto de la deuda pública de la zona euro, las tensiones en el mercado interbancario, en la financiación de la banca remitirán, porque a lo largo de la crisis se han hecho esfuerzos de reestructuración de los balances de los bancos muy importantes. No digo que todos lo hayan hecho en la misma dimensión, pero hay muchos bancos que han mejorado estructuralmente gracias a las políticas, a las medidas duras a veces, que se han visto obligados a adoptar a lo largo de la crisis.

--No hay riesgo de que sigan teniendo ocultos carteras importantes de productos financieros poco solventes

--Quedan reestructuraciones en marcha, No todas han culminado. Queda ahora un proceso no sólo de mejora de la liquidez y de las condiciones de financiación de la banca, sino también de recapitalización de muchos bancos, porque hay que exigirles que refuercen su solvencia y sus balances. Pero sinceramente creo ya conocemos prácticamente todo de lo que hay en el balance de los bancos.

--¿España corre el riesgo de acabar bajo tutela europea Italia?

--Todo depende de nosotros, de las autoridades españolas, del nuevo Gobierno, de las fuerzas políticas, de las instituciones, de la sociedad española. También son importantes las actitudes que adopten los agentes económicos y sociales. Nadie nos va a regalar nada. Pero tampoco nadie nos va a condenar de antemano. Dependemos de nosotros mismos. Eso sí sabiendo que vivimos en un espacio europeo integrado. Tenemos muchísimas oportunidades para no ser victimas de nuestros propios errores,  lo que hay que hacer es aprovechar esas oportunidades y no pensar que alguien desde fuera nos va a sacar gratis las castañas del fuego.

--¿Cuáles deben ser las tareas prioritarias del nuevo Gobierno español?

--Los españoles le han dado una confianza muy grande a quienes van a gobernar. No creo que deba dar consejos. El Gobierno saliente y quienes van a formar el futuro gobierno saben perfectamente cuales son los problemas. Ahora  el nuevo Gobierno debe decir cuanto antes con claridad como va afrontar los problemas.

--¿El nuevo Gobierno deberá seguir las mismas políticas que el saliente o dispondrá de algún margen de maniobra?

--Desde mayo del 2010, el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero ha recuperado mucha confianza y mucho crédito para España en Europa y entre los agentes económicos por las decisiones valientes y difíciles que ha tomado. Le corresponde al nuevo Gobierno decir si va a seguir aplicando las mismas políticas y cuáles son sus nuevas orientaciones. Por ello, lo que todo el mundo quiere saber es en qué consisten, cuáles van a ser las reformas, las políticas y las medidas que va a adoptar.

--¿Dispondrá el nuevo Gobierno de un margen de tiempo para actuar o los mercados no le darán tregua?

--En estos momentos tan difíciles que estamos viviendo, el tiempo se mide en segundos, no se mide en semanas, ni en meses. No hay un segundo que perder.

--¿Cuáles son los puntos fuertes de la economía española sobre los que puede apoyarse una recuperación y una salida de la crisis?

--Aunque la economía española está sometida a un proceso de ajuste, vemos que hay sectores orientados hacia la exportación, que han conseguido ganar cuotas de mercado y que se han comportado de forma muy positiva, en algunos casos sólo comparable a como se han comportado las exportaciones alemanas. Creo que la economía española tiene emprendedores que han demostrado en muchas ocasiones ya que son capaces de asumir riesgos y de innovar. Tenemos grandes historias de éxito en la economía española en los últimos 25 años.

--Pero la tasa de paro juvenil supera el 48%.

--Tenemos una juventud desgraciadamente con unos niveles de paro muy alto, pero con un bagaje educativo y una formación como nunca ha tenido España. Tenemos un país con una población que ha crecido. Tenemos un país joven que ha demostrado  en muchas ocasiones que es una sociedad que no tiene miedo al cambio, que sabe afrontar el futuro con ilusión, con ambición, con imaginación. Veo muchas más rigideces mentales y muchas más resistencias al cambio en otros muchos países europeos. Creo que España es un país dinámico, con más ganas de avanzar hacia el futuro que otros muchos. Hay muchos elementos positivos. Lo que hay que hacer es organizarlos de manera coherente y plantear las políticas que pueden sacar el máximo rendimiento más a nuestros activos y puntos fuertes.



  


¿Hasta dónde llegará la unión fiscal de la eurozona?


Sede de la Comisión Europea en Bruselas con la badera de la UE


La eurozona prepara contrarreloj su refundación en la cumbre europea del 8 y 9 de diciembre para corregir sus debilidades políticas iniciales que han facilitado la crisis actual y derrotar la especulación financiera contra la deuda pública europea.

La semana que va a cambiar Europa con un salto hacia una mayor integración política arranca con una reunión en París el 5 de diciembre de la cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Los dos líderes intentarán superar las diferencias que les separan y sentar las bases de una unión fiscal entre los 17 países del euro, que supondrá una supervisión en común de los presupuestos nacionales y duras sanciones políticas y económicas a los países que no acaten las decisiones comunes.

Tres cuestiones clave dominarán las discusiones y negociaciones políticas: ¿Hasta dónde debe llegar la cesión de soberanía de los estados para corregir los defectos de nacimiento del euro? ¿Cuáles serán los mecanismos de solidaridad que se establecerán para proteger a los estados más acosados por la especulación? ¿Cuál será el método para formalizar y dar vigencia legal a esos acuerdos?

¿Los líderes europeos serán capaces de tener el valor v la visión política a largo plazo necesarios para resolver la actual crisis de la deuda de forma definitiva o volverán a limitarse a acuerdos parciales inspirados por estrechos intereses electorales nacionales a muy corto plazo?

La zona euro necesita un auténtico gobierno económico colectivo, con plena capacidad para fijar en común las orientaciones económicas y presupuestarias adecuadas y con poder suficiente para hacer cumplir esas directrices comúnmente aceptadas a cada uno de los socios. El procedimiento ideal debería ser que la Comisión Europea supervisa, alerta y recomienda y que el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de los 17 países de la eurozona adopta las decisiones.

La experiencia recomienda que la regla de la unanimidad sea abolida, tras los nefastos ejemplos recientes de bloqueos por planteamientos populistas internos de algún país, y que la norma sea la mayoría cualificada. ¿Pero están los gobiernos de la zona euro y sus poblaciones preparados para esa cesión de soberanía en cuestiones tan importantes como la concesión de ayudas a un estado en apuros o el incremento de las aportaciones al fondo de rescate?

La disciplina presupuestaria estricta en una unión fiscal debería tener como contrapartida avanzar hacia un sistema de solidaridad también reforzada entre los miembros del euro. La creación de un Tesoro único o la emisión de eurobonos colectivos resultan aún prematuras. Esas medidas no podrán convertirse en realidad hasta los déficits y deudas públicas se hayan reducido sustancialmente y que las poblaciones y los gobiernos de los países virtuosos ya no tengan miedo a tener que pagar los excesos de los países manirrotos.

Pero el pacto fiscal requiere un mecanismo de solidaridad mínimo que podría basarse en que Alemania deje de objetar mediante el silencio una intervención contundente y masiva del Banco Central Europeo (BCE) para proteger la deuda pública de los países acosados por los especuladores hasta que comprendan que no pueden destruir al euro. Además, debería agilizarse la capacidad de intervención del fondo de rescate europeo también en apoyo de la deuda.

Para maximizar la efectividad de los acuerdos de la cumbre sobre este pacto o unión fiscal deberían tener una aplicación casi inmediata para demostrar que son irreversibles a los mercados y silenciar a quienes llevan más de una década anunciando la muerte del euro.

Una reforma del Tratado de la Unión Europea (UE) es un proceso lento, engorroso y de ratificación incierta, como la historia ha demostrado. Como las cesiones de soberanía pueden ser de gran calado un acuerdo político sería insuficiente. Una posibilidad rápida sería un tratado intergubernamental de los 17 países afectados, que posteriormente podría convertirse en acervo comunitario, como ocurrió con los Acuerdos de Schengen. Otra posibilidad sería su inclusión como un protocolo propio de la eurozona al Tratado de la UE, aprovechando la ratificación del Tratado de Adhesión de Croacia, que precisamente debe firmarse durante la cumbre del 9 de diciembre.

La crisis de la eurozona se agrava por la fallida cumbre Merkel-Sarkozy


Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Mario Monti


La falta de medidas concretas en la cumbre entre la cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en Estrasburgo el 24 de noviembre está agravando la crisis de la deuda pública de la zona euro y no ha contribuido a apaciguar la especulación de los mercados financieros.

El anuncio de una reforma del Tratado de la Unión Europea (UE) para reforzar el gobierno económico y endurecer la disciplina presupuestario de los estados no puede constituir una medida efectiva para frenar el ataque cotidiano a la credibilidad de la deuda pública en euros, porque requerirá en el mejor de los casos más de doce meses para que pueda entrar en vigor.

Las negociaciones entre los gobiernos de la eurozona para hacer operativas las nuevas capacidades de intervención del fondo de rescate europeo en apoyo a la deuda de los países acosados avanzan a una velocidad desesperante y las promesas de rigor del nuevo Gobierno italiano presidido por Mario Monti ya han consumido su efecto positivo inicial.

El tipo de interés reclamado por los mercados a la deuda pública italiana a diez años superaba a media tarde el 7,3%, mientras que la española también se colocaba por encima del 6,7% y la belga se acercaba rozando ya el 6%.

Los ministros de Economía y Finanzas del Eurogrupo volverán a estudiar el 29 de noviembre la puesta en marcha del mecanismo de aval parcial de la deuda pública de países en apuros por parte del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, pero fuentes diplomáticas han reconocido que la aplicación práctica de este instrumento fundamental para combatir la crisis aún podría demorarse más.

El único resultado positivo de la cumbre Merkel-Sarkozy, si se cumple, es el pacto de no volver a insistir públicamente en cuál debe ser el papel del Banco Central Europeo (BCE). La silenciación de ese debate que enfrenta a Berlín y París podría traducirse de facto en una afirmación de la independencia del BCE, que podría dar más margen de actuación a su presidente Mario Draghi para apurar al máximo sus limitadas capacidades de actuación.

Draghi también podría aprovechar ese silencio sobre el papel del BCE y las pésimas perspectivas económicas para la zona euro en los próximos trimestres para rebajar al menos en otros 0,25 puntos el tipo de interés básico hasta el 1% en la reunión del BCE del 1 de diciembre, y así acabaría de corregir el error que supusieron las dos subidas de tipos realizadas en abril y en julio.  

Las excesivas rebajas de impuestos pasadas agravan la actual crisis


José María Aznar y José Luís Rodríguez Zapatero


Las sucesivas rebajas de impuestos introducidas durante los últimos 15 años, primero por los gobiernos del PP de José María Aznar y posteriormente por los gobiernos del PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero, han mermando peligrosamente la capacidad de recaudación del Estado y de financiar los servicios públicos esenciales propios de un país europeo desarrollado.

Los gobiernos del PP y del PSOE, deslumbrados por el espejismo de la bonanza recaudatoria que aportaba la burbuja inmobiliaria, fueron aplicando sucesivas reducciones del impuesto sobre la renta y de los impuestos sobre los rendimientos del capital, arengados por la filosofía económica neoliberal dominante.

Al llegar la crisis y desaparecida la recaudación procedente de la burbuja inmobiliaria, esas rebajas han privado al Estado de unos ingresos esenciales, cuya carencia ha contribuido a disparar el déficit público y la actual secuela de acoso de los especuladores financieros a la deuda pública española.

Los ingresos perdidos por esas rebajas de impuestos han conducido al Estado y a los gobiernos autonómicos a draconianos planes de ajuste, que han golpeado despiadadamente a la sanidad y a la educación, han incrementado aún más una tasa de paro ya de dimensiones dramáticas y han agravado la crisis económica paralizando la frágil recuperación.

Esa falta de ingresos, causada por las rebajas de impuestos que beneficiaron especialmente a las personas con más recursos, se utiliza para justificar posteriormente los recortes en los servicios públicos o su privatización, con el argumento de que no se pueden costear, que agravan el déficit y que son excesivos para la economía del país

Esas rebajas de impuestos han llevado además a la situación socialmente injusta y de escasa racionalidad económica en la que los ingresos procedentes del trabajo sufren una tributación más elevada que los rendimientos del capital. Es decir, que la persona que trabaja un montón de horas al día para producir un bien o un servicio está peor tratada fiscalmente que quien se limita a disfrutar de los beneficios que le rinden sus inversiones financieras. 



El error de la Autoridad Bancaria Europea castiga la deuda pública


Sede de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) en Londres 


La nueva Autoridad Bancaria Europea (EBA, en inglés) se está distinguiendo por la acumulación de graves errores. Primero, sus pruebas de resistencia a la banca pretendidamente rigurosas no fueron capaces de detectar el hundimiento del grupo Dexia y sólo señalaron a las entidades cuya recapitalización ya había sido anunciada, como las cajas españolas. Ahora, con su decisión de valorar la deuda pública a precios de mercado dentro de su plan de recapitalizar a la banca ha contribuido a hundir las cotizaciones de la deuda pública de la zona euro en los mercados.

El plan de recapitalización de la banca había sido encomendado para preparar a las entidades para el impacto de la prevista quita de la deuda griega en sus carteras. La Autoridad Bancaria Europea, en lugar de restringir la valoración de la cartera de la deuda a precios de mercado a sólo la deuda griega (la única que iba a sufrir una quita), decidió que la valoración a los precios de mercado se realizara a la deuda pública de todos los países europeos.

Esta decisión fue interesada ya que de este modo se protegía los intereses de la banca británica (porque la deuda británica no estaba afectada por la depreciación), de la banca alemana (porque la revaloración de la deuda alemana compensaba las pérdidas por su riesgo en Grecia) y de la banca francesa (porque la deuda francesa no había sufrido apenas merma en el momento de la valoración y su cartera de deuda alemana amortiguaba el riesgo griego).

La introducción de la valorización a precios de mercado ha roto el principio contable internacional establecido hasta ahora y ratificado por los acuerdos de Basilea III de que la deuda pública se valora en su valor nominal, porque a parte de Grecia, no hay ningún país europeo que no vaya a honorar su deuda pública.

Ese cambio desafortunado en los criterios y el plan de recapitalización están provocando en las últimas semanas una venta masiva por parte de la gran banca europea de títulos de deuda pública de los países más frágiles, como Italia y España, como han reconocido varios directivos de esas grandes entidades.

Estas ventas masivas de bonos italianos y españoles en un mercado muy especulativo e hirviente de desconfianza están contribuyendo de forma muy importante a la degradación de la cotización de la deuda de esos países y al encarecimiento de los tipos de interés exigidos, que se está produciendo en el mercado.

La eurozona, prisionera de su mala concepción del BCE


Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Francfort (Alemania)


La eurozona está atravesando en estos momentos la crisis más grave de su existencia, con tres países intervenidos (Grecia, Irlanda y Portugal) y la tercera economía de la unión monetaria, Italia, en el ojo del huracán, arrastrando a la cuarta, España.

La crisis, que empezó a finales del 2009, cuando se demostró que Grecia llevaba años maquillando sus cuentas y su deuda pública, amenaza con devorar al resto de la eurozona por culpa de las limitaciones que sus líderes impusieron al Banco Central Europeo (BCE) en el momento de su fundación bajo el diktat alemán.

La prohibición expresa de que el BCE pueda comprar deuda pública de los estados de la zona euro, sellada en el Tratado de la Unión Europea (UE), priva de un instrumento fundamental para la protección de la deuda pública emitida euros frente a los ataques especulativos de los mercados financieros.

Los bancos centrales de otras divisas, como la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón, compran abiertamente y masivamente la deuda pública de sus respectivos países para mantener estable su cotización y bajos los tipos de interés de la misma. Esta intervención impide que su deuda pública se vea sometida al acoso y encarecimiento que está sufriendo la deuda pública de la zona euro, a pesar de los niveles de déficit y deuda públicos de EEUU, Japón y Gran Bretaña son muy superiores, por ejemplo, a los de España.

El BCE, privado de esa capacidad, tuvo que recurrir a medidas heterodoxas en el 2010 para contener los ataques contra la deuda de la zona euro mediante la compra selectiva y puntual en el mercado secundario. Pero esas operaciones son demasiado limitadas y tardías para lograr el efecto estabilizador necesario. Sólo una compra masiva podría contribuir a serenar el mercado, pero Alemania y el Bundesbank, marcados por la traumática experiencia de la hiperinflación de los años 1920, se han opuesto hasta ahora a ello.

Además, el BCE, obsesionado excesivamente por mantener su récord de inflación mínima, cometió el grave error de subir los tipos de interés de la eurozona en 0,25 puntos en abril y en 0,25 puntos más en julio de este año en un contexto de persistente crisis financiera y económica, lo que empujó al alza los tipos, frenó la vacilante recuperación económica y agravó la presión sobre la deuda.

El nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, intentó corregir parcialmente ese error el pasado 3 de noviembre con una rebaja de 0,25 puntos del tipo de interés hasta el 1,25%, pero el daño ya estaba hecho.  

Un plan anticrisis para el euro lleno de agujeros


Angela Merkel y Nicolas Sarkozy en una de las cumbres de octubre


El plan global europeo para resolver la crisis de la deuda pública, aprobado en la madrugada del 27 de octubre por los líderes de la zona euro, está lleno de agujeros y detalles por concretar. De los cuatro ejes fundamentales del mismo, sólo el plan de recapitalización de los grandes bancos europeos está completo, pero ha sido diseñado a la medida de Alemania, Francia y Gran Bretaña y penaliza especialmente a la banca española, que se ha convertido en un competidor incómodo para los grandes bancos de otras nacionalidades.

El plan de recapitalización de la banca, que tenía que servir para reforzar a las entidades ante el previsto quebranto por la quita de la deuda griega, se ha transformado en otra cosa al tener en cuenta la valoración a precios de mercado de otras deudas públicas además de la griega que tenían los bancos en su cartera. Pero no de todas las deudas públicas, sólo las que beneficiaban a Alemania y Francia, pero no las que podían beneficiar a la banca española, como la  de algunos países latinoamericanos.

La quita de la deuda pública griega en manos de la banca y los grandes inversores internacionales al final se ha limitado al 50% de su valor nominal. La banca internacional fue el máximo que estuvo dispuesta aceptar en una negociación en la que tuvieron que intervenir personalmente la cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Y para que aceptara, la eurozona aún tuvo que comprometerse a garantizar parcialmente los nuevos bonos griegos que sustituirán a los anteriores por un valor global de 30.000 millones de euros. Un negocio redondo si, como se sospecha algunos bancos y fondos de inversión han comprado deuda griega a precio reventado por debajo del 50% de su valor nominal.

La quita sólo afecta a la deuda que está en manos de la banca y, aunque supondrá la eliminación de unos 100.000 millones de deuda pública griega, la medida únicamente recortará en un 30% el montante total de la deuda pública griega que supera los 350.000 millones.

Los expertos de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) habían indicado en su informe conjunto que la quita debía ser del 60% o más para asegurar que el nivel de endeudamiento público griego pudiera bajar a un nivel sostenible del 110% del producto interior bruto (PIB) en el 2020. La deuda pública griega equivaldrá a final de año al 162% del PIB. Con el 50% de quita, la deuda griega se situará en el 120% del PIB en el 2020, lo que supondrá un lastre financiero mucho mayor para la recuperación del país y puede comprometer el éxito del plan de rescate heleno.

El reforzamiento del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera al final ha quedado limitado a una capacidad de intervención de un billón de euros, en lugar de los 2 billones que habrían sido recomendables para desanimar nuevos ataques especulativos contra la deuda pública de los países más frágiles, como España o Italia, demostrar que la zona euro está preparada para hacer frente a cualquier eventualidad.

La negativa de Alemania, Holanda, Finlandia, Austria y Eslovaquia a incrementar sus contribuciones al fondo europeo de rescate ha provocado además la vergüenza política de que la zona euro tenga que ir a buscar inversores públicos extranjeros, como China, para ayudarle a garantizar la estabilidad financiera de su propia moneda. Los detalles concretos del reforzamiento del fondo de rescate tampoco se han acabado de diseñar y consensuar.

La obsesión dogmática de Alemania contra la intervención del BCE en el mercado secundario de deuda pública ha limitado el alcance y la efectividad de la intervención de la autoridad monetaria europea contra las sucesivas olas de ataques especulativos. La zona euro de este modo se priva así misma de un poder esencial del que se benefician el dólar, la libra y otras divisas, ya que la Reserva Federal norteamericana, el Banco de Inglaterra y los otros bancos centrales compran masivamente deuda pública de su moneda para estabilizar los mercados y combatir la especulación.

El reforzamiento del fondo de rescate y el nuevo plan griego resultarán además ineficaces si Italia, el nuevo enfermo de Europa, no demuestra que es capaz de enderezar su economía y sus finanzas públicas. La falta de credibilidad del Gobierno italiano y las dudas sobre su capacidad de aplicar las reformas y ajustes que necesita el país para lograr una reducción acelerada de su enorme deuda pública (120% del PIB) siguen alimentando el acoso a la deuda pública europea.

Cajas nacionalizadas ¿Y los responsables?


Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España


El Estado, a través del Fondo de Reordenación Ordenada Bancaria (FROB), ha tenido que nacionalizar tres grupos de cajas fusionadas, CatalunyaCaixa, Unnim y Novacaixagalicia, a causa de su precaria situación financiera y en un caso al precio simbólico de un euro. Otras dos cajas, Caja Castilla-la Mancha (CMM) y Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) están directamente intervenidas por el Banco de España.

De toda la crisis financiera española, consecuencia de la estrecha cooperación y connivencia entre los directivos de las entidades y los especuladores inmobiliarios, se echa en falta clamorosamente la demanda de responsabilidades. Y a nivel europeo, lamentablemente la situación es idéntica: no hay ningún responsable.

Las cajas no se han hundido financieramente de la noche a la mañana, sino que su crisis se ha larvado lentamente a lo largo de varios años. ¿Qué hacía la inspección del Banco de España durante ese periodo? ¿Y los gobiernos regionales que tenían también la responsabilidad de tutela de las entidades y que contaban con una presencia decisiva en sus consejos de administración? ¿Cómo es posible que la inspección del Banco de España al menos no detectara que las entidades corrían hacia el abismo y no impusiera medidas para corregir esa deriva a tiempo?

La Comisión Europea en un informe publicado en diciembre del 2010 sobre la burbuja inmobiliaria detallaba todas las medidas elementales de supervisión financiera que podía haber adoptado el Banco de España y que habrían evitado la crisis inmobiliaria y financiera o que habrían amortiguado enormemente su impacto, como explicó El Periódico el 15 de diciembre del 2010.

Pero a tenor de sus propias declaraciones, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, estaba más preocupado por abaratar el despido de los trabajadores y recortar las prestaciones sociales que en realizar su trabajo.

A nivel de las propias entidades, también resulta escandaloso que ninguno de los responsables de la ruinosa gestión de las cajas no sólo no haya tenido que afrontar la más mínima responsabilidad, sino que incluso ha abandonado la entidad con indemnizaciones multimillonarias.

Los presidentes y miembros del consejo de administración de esas entidades, muchos de ellos nombrados por los gobiernos regionales y por los diferentes partidos, tampoco han sido objeto de exigencia de responsabilidades con la excepción del presidente de la CMM y ni siquiera se les ha abierto un expediente. Por el contrario, en la mayoría de los casos siguen con sus actividades normales y con su prestigio intacto, pese a que su ruinosa gestión, tan lucrativa personalmente, saldrá muy cara al conjunto de los ciudadanos.       

Juicio contra "Tintín en el Congo", la libertad de expresión en peligro


Viñeta del álbum "Tintín en el Congo" de Hergé


En la era actual de lo políticamente correcto, la libertad de expresión, esa libertad fundamental europea, que se pisotea de forma habitual en gran parte del planeta, se ve sometida cada vez más a un persistente asedio. Desde las caricaturas sobre Mahoma a las opiniones críticas contra los excesos de las religiones, los intentos de amordazar la libertad de expresión acaban cada vez con más en los tribunales europeos. A veces esas maniobras alcanzan un nivel caricaturesco, como la pretensión del ciudadano congoleño Bienvenu Mbutu Mondondo de que se prohíba el cómic “Tintín en el Congo” de 1931 por racista, cuyo juicio se ha iniciado hoy 30 de septiembre en el Tribunal de Primera Instancia de Bruselas (Bélgica).

Los abogados que representan al demandante y al Consejo representativo de las asociaciones negras de Francia han pedido la prohibición del álbum de aventuras gráficas de Hergé (1907-1983) por racista o la introducción obligatoria en el mismo de un mensaje de advertencia sobre su contenido.

Los abogados demandantes insistieron en que el cómic ofrece una imagen racista y negativa de los habitantes de la antigua colonia belga del Congo y difunde una ideología colonialista de superioridad del hombre blanco. Los congoleños aparecen como “perezosos e incivilizados”, insistieron los abogados.

Por su parte, los abogados de la editorial Casterman, que publica el cómic, y de Moulinsart, que detenta los derechos del fallecido creador de Tintín, rechazaron de plano la prohibición de la obra o la inclusión de una advertencia en la misma, porque “equivaldría a una forma de censura”, aunque su argumentación ante el tribunal se realizará el próximo 14 de octubre.

Los jueces belgas tienen previsto pronunciarse antes de final de año, pero si se acabara dando la razón a los demandantes se abriría no sólo la vía a censurar y prohibir multitud de obras de la literatura mundial porque en ellas aparece un personaje descrito de forma negativa, sino que también se sentarían las bases para amordazar la libertad de expresión y la crítica política en Europa.

Si cualquiera que se sintiera ofendido por una opinión crítica pudiera acallar a quien no piensa como él a través de los tribunales, la época siniestra de la Inquisición y de los regímenes autoritarios volvería a instalarse insidiosamente en Europa.    

Las operaciones especulativas que nos arruinan



 
Imagínese usted, que paga religiosamente su hipoteca cada mes al banco, que de repente miles y miles de personas que no conoce de nada comienzan a comprar un seguro de impago sobre su hipoteca a pesar de no tener ningún riesgo en la misma porque consideran que usted será incapaz de pagar esa hipoteca.

Esta compra masiva de seguros de impago hace subir el precio del mismo y reporta pingües beneficios a los primeros que invirtieron en ella a un precio más bajo. Pero la subida del precio del seguro de impago crea una impresión artificial de que existe un mayor riesgo que antes de que usted no sea capaz de pagar la hipoteca y el banco le aumenta el tipo de interés para cubrir ese riesgo. De este modo, la rentable especulación de quienes han comprado un seguro de impago sin tener ningún riesgo que cubrir le ha costado usted un aumento de la cuota de su hipoteca.

Como ese tipo de especulación resulta muy rentable, esos miles de inversores siguen comprando seguros de impago contra su hipoteca, su precio sube, el indicador de riesgo vuelve a aumentar y el banco le vuelve a castigar a usted con otra subida del tipo de interés sin usted se la merezca, porque nunca ha dejado de pagar sus cuotas.

Este proceso se repite hasta que el tipo de interés que le cobra el banco a causa de esa percepción artificial de riesgo es tan alto, que al final no ya puede pagar esa hipoteca. Los especuladores obtienen el beneficio máximo y usted acaba en suspensión de pagos.

A usted este tipo de operación le parecerá malsano, pernicioso económicamente e incluso delictivo. Estoy seguro que además piensa que ese tipo de operaciones deberían estar prohibidas y tiene razón. Pero este tipo de operaciones es el que se produce cada día en los mercados financieros con la deuda española, italiana y de otros países acosados por los especuladores.

Los grandes fondos especuladores y los grandes operadores financieros están desde hace tiempo comprando masivamente seguros de impago sobre la deuda española (credit default swap, CDS, en la terminología inglesa), a pesar de que no son propietarios de títulos de deuda pública española y no tienen ningún riesgo que cubrir.

Como en nuestro caso imaginario de la hipoteca, la compra masiva de esos CDS hace subir una y otra vez su precio y da la falsa impresión de que el país corre el riesgo creciente de suspensión de pagos. Y, como consecuencia de ello, el tipo de interés que reclama el mercado para la deuda pública española sube también y la denominada prima de riesgo sobre el bono alemán de referencia también aumenta hasta récords históricos.

Todo esto, que reporta suculentas ganancias a los especuladores, empobrece cada día más a España (y a los españoles), ya que el estado tiene que dedicar cada vez más fondos a pagar los intereses de la deuda pública en lugar de poderlos destinar a la sanidad, la educación o las inversiones productivas.

¿Por qué no está prohibido este tipo de operaciones, se preguntará usted? Porque los gobiernos europeos no se atreven a ello, después de defender durante varias décadas la desregulación más desmedida, que condujo a la crisis financiera del 2007-2008 de la que aún no nos hemos recuperado.

Alemania defendió introducir esa prohibición en la tramitación del proyecto de directiva sobre productos financieros derivados, pero España, Gran Bretaña y otros países se opusieron a ello en el Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE). El Parlamento Europeo enmendó en julio el proyecto para introducir esa prohibición y ahora la aprobación de la normativa depende de que la Eurocámara y los Veintisiete lleguen a un compromiso sobre este tema.

Mientras tanto, los especuladores obtienen beneficios multimillonarios hundiendo la credibilidad de la deuda pública de los países y los ciudadanos ven impotentes como la pasividad y la falta de coraje de sus dirigentes empobrece a sus respectivos países.